martes, enero 12, 2010

Una tarde lo intentó
En una oficina se encerró
Y juró y rejuró no volver jamás.

Detrás de una pantalla,
Bajo un monte de leyes se sepultó
Y pasaron los días y nadie supo más de él

Y se le creyó muerto y se le olvidó
Nadie en el pueblo de él habló
Pasó el tiempo y en su sepulcro a oxidarse comenzó

Pero una tarde el viento sopló
Y los papeles arrastró
Dejando su cuerpo desnudo ante el sol
Y una lluvia musical del cielo descendió

Y su alma, bañada en ese elixir celestial
Comenzó de nuevo a palpitar
Reconoció entonces nuestro héroe su error
Y revivió en él el recuerdo de su amada
Supo entonces que no la quería abandonar
Y con la determinación que no tuvo jamás
Extendió su mano y su lápiz comenzó a afilar…
Complicado es sentir los versos hervir en el alma
Y hacer caso omiso a su palpitar
Mis venas se desgarran por el peso de cada palabra
Que brama con el flujo de mi corazón

Y siento el universo fundirse dentro de mi
Y transmutarse desde mis dedos hacia el papel
Crecen viven y sobreviven el paso del tiempo voraz
Mis versos que al final en el olvido quedaran

Y soy el viento y acaricio tu rostro
Y soy la lluvia que te besa los pies
Y me pierdo para siempre en tu mirar